¡EL MAYOR FRAUDE HISTÓRICO DE LA CIENCIA!
Los científicos ocultan la verdad y los "intelectuales" se ocupan de mantener la falsedad.
ENTREVISTA INFORMAL A ANTONIO RUIZ PALACÍN
Autor de La última teoría geocéntrica
Por Federico Jiménez Sánchez
En el mes de julio, navegando por Internet, me topé con una página cuyo título y contenido científico me llamó poderosamente la atención. No cabía en mi asombro. El autor pretende demostrar que la ciencia referente al cosmos está plagada de errores. Intrigado por lo que estaba leyendo quise conocer al autor de tan descabelladas hipótesis. Logré ponerme en contacto con el autor y aunque mi conocimiento en ciencias no es lo mío, le solicité que accediera a una entrevista informal. Quedamos en una cafetería de su localidad y aquí está el resultado. (Entregada copia al autor)
FEDE: Resulta asombroso que entrados en el siglo XXI alguien ponga en cuestión el conocimiento científico adquirido sobre Astronomía y Cosmología durante cuatro siglos de importantes avances y éxitos en esta materia. ¿No será que busca notoriedad o fama?
Antonio Ruiz Palacín: Puede resultar asombroso y además increíble, pero las pruebas que aporto soportan y confirman la razón de mis críticas a las teorías fundamentales sobre el Universo y el Hombre. Por otro lado me hace gracia su pregunta. Llevo 22 años dedicados a la formalización de esta nueva teoría. ¿Cree que si no estaría plenamente seguro de lo que afirmo y sostengo valdría la pena perder toda una vida en el esfuerzo por conseguir algo tan pueril como la fama o la notoriedad?
F: ¿Qué teorías sobre el Universo pretende cuestionar?
ARP: Lo que cuestiono y queda rotundamente falseado es el sistema planetario heliocéntrico cuyo desarrollo ha traído consigo la desestabilización del sentido común con las consecuencias culturales y sociales que todos conocemos. Si bien el sistema heliocéntrico por sí mismo era una cuestión formal sin trascendencia alguna, la teoría sobre la naturaleza y expansión del Universo inicia un cambio radical en nuestra percepción del Universo y del Hombre. Esta falsa teoría abre la puerta a la relatividad desmesurada originando el caos en el que toda la sociedad se ve envuelta.
F: ¿No está ya demostrada la expansión del Universo?
ARP: En absoluto. La ciencia hace uso de la publicidad en todos los medios para difundir teorías que no se sostienen. Respecto a la expansión del Universo o fuga de las galaxias el descubridor, Edwin Hubble, basándose en una cualidad cromática de la luz procedente de las galaxias determinó que las galaxias se alejan de nosotros como los puntos en un globo que se hincha. Nada más lejos de la realidad. El corrimiento hacia el rojo, versión del efecto Doppler aplicado a la luz, está indicando que las galaxias (y las estrellas y las nebulosas) se están desplazando en órbitas, y no que se estén alejando radial o perpendicularmente de nosotros.
Para comprender lo que sucede tomemos el ejemplo cotidiano que todos hemos experimentado: la sirena de las ambulancias. Supongamos a un oyente colocado en el borde de una larga avenida en posición de cruzarla por el paso de cebra. Cuando la ambulancia se encuentra en la avenida pero lejos del oyente las ondas de la sirena están dilatadas (longitud de onda mayor y frecuencia menor: tono bajo). A medida que se acerca la ambulancia al oyente las ondas se van cerrando o plegando (la longitud de onda disminuye y aumenta la frecuencia: el tono aumenta). En el momento preciso que pasa por delante del oyente las ondas sinusoides alcanzan su máximo. En este momento la longitud de onda y la frecuencia reflejan el tono alto y real de la ambulancia. Resulta claro que las ondas se comprimen como un acordeón en la medida en que se acerca la ambulancia al oyente. A la inversa, cuando la ambulancia pasa por delante del oyente y se aleja, el proceso se invierte: la longitud de onda aumenta y la frecuencia disminuye: el tono va disminuyendo. Pero ¡Ojo! Este ejemplo que he narrado no indica que la ambulancia se esté alejando frente al oyente de forma perpendicular, sino que se está alejando lateralmente. Siendo el efecto del sonido el mismo, la interpretación es totalmente distinta. Eso es, precisamente, lo que sucede. Debido al desplazamiento orbital de las estrellas y galaxias en dirección oeste sentido contrario al giro de la Tierra- cada instante se origina un alejamiento lateral respecto al observador terrestre. En el tratado queda explicado con diagramas dicho proceso.
F: ¿Quiere decir que desde el astrónomo polaco todos los investigadores célebres en esta materia se han equivocado?
ARP: No diría que todos, pero si muchos. El error inicial se ha mantenido y reforzado a lo largo de las sucesivas generaciones de científicos. Algunos personajes de la Historia fueron muy inteligentes al percatarse de que no todo estaba demostrado. Uno de estos personajes fue Olbers. Su conocida paradoja no tuvo una respuesta coherente mientras vivió y continúa sin tenerla. Sus contemporáneos no pudieron presentar una respuesta coherente a su paradoja y la Ciencia continúa aún hoy sin presentar una respuesta contundente. La única respuesta llena de coherencia y rotunda es la que ofrece y presento en el tratado: que los astros estelares no son astros solares. ¿Puede la Ciencia presentar un argumento más claro y conciso a la paradoja?
F: ¿Podría explicar en que consiste esa paradoja?
ARP: Heinrich Olbers demostró racional y matemáticamente que si las estrellas son astros solares, la luz emitida por la multitud de esferas estelares que nos rodean debería iluminar la Tierra de tal forma que la noche no existiría ya que estaríamos cubiertos con tanta luz como durante el día. Y además la temperatura que estaría sufriendo la superficie de la Tierra sería de unos 5.000 grados centígrados. En otras palabras, en la Tierra no habría posibilidad alguna de que existiera vida. Ahora bien, si como he dicho y demostrado que las estrellas no son astros solares, entonces la paradoja queda anulada y sin efecto. ¿Puede presentarse una respuesta más contundente?
F: Su respuesta a la paradoja de Olbers puede ser una buena hipótesis. Sin embargo me cuesta trabajo creer que las imágenes sobre el Universo que nos ofrece la tecnología tengan otra interpretación distinta a la que nos ofrecen los científicos.
ARP: Las imágenes de nebulosas y galaxias que se ofrecen a la sociedad en el medio digital o en el impreso, son imágenes manipuladas con el retoque fotográfico para hacerlas más creíbles. Son muchas las fotografías donde puede apreciarse que la luminosidad y los colores han sido retocados. No debemos olvidar que los puntos de luz estelares se observan igual a simple vista que con un potente telescopio. ¿Y por qué no se aprecian diferencias entre la visión natural y la tecnológica? Una estrella no es un astro solar, tan solo es una masa cubierta de un manto esférico gaseoso. La luz que observamos en una estrella es la luz que le llega del Sol y que se ve reflejada en su superficie esférica, en una roca helada o en una masa heterogénea de piedras y partículas de hielo. Considerando que una esfera solo puede reflejar la luz que recibe en un punto de su superficie curva respecto al observador, se entiende que hasta con los mayores telescopios solo se aprecie un simple punto de luz. Si las estrellas fueran astros solares entonces la apreciación sería completamente distinta: el disco solar de la estrella emitiría luz como para formar una extensa esfera luminosa que podría detectarse y observarse por los telescopios con total nitidez. Respecto a la visualización de las galaxias la interpretación es la siguiente: una galaxia no es otra cosa que una pequeña masa de roca cubierta por una esfera gaseosa -igual que nuestros planetas gigantes- rodeada o circundada por una ingente cantidad de asteroides y polvo helado. La aglomeración de materia helada en torno a la esfera gaseosa extendiéndose en forma de brazos espirales incrementa su tamaño angular haciendo posible la captación de esas imágenes. Por lo tanto la interpretación de lo que recogen los telescopios depende del concepto que se tenga sobre la naturaleza del Universo. No obstante ya se han logrado fotografiar algunas estrellas y el resultado confirma mi teoría: que las estrellas no son astros solares.
F: Mucho me temo que tendrá que poner sobre la mesa más pruebas y de igual peso para que se reconozca su trabajo de investigación.
ARP: Las llevo poniendo desde hace dos décadas. El problema que suscita el rechazo es de tipo psicológico, social y cultural. Como usted no hace más que confirmar, mis palabras resultan sospechosas a ojos de un profano e inquietantes a ojos de un experto. En el primer caso los profanos en la materia inclinan su fe en favor de la ciencia y de los científicos, en el segundo los expertos que conocen el tratado rechazan un debate con este autor porque se sienten inseguros de sus propias pruebas y argumentos.
F: ¿Qué preparación académica tiene usted?
ARP: Como miembro de una familia humilde con otros cuatro hermanos, la situación económica de mis padres no les permitía el lujo de que sus hijos accedieran a estudios superiores. Estas circunstancias me llevaron al iniciarme en el mundo laboral una vez finalizada mi formación en el Instituto de Formación Profesional.
F: ¿O sea que no tiene formación universitaria?
ARP: Así es. Pero no se deje llevar por la fiebre de la titulitis. Carecer de formación universitaria no ha sido para mí un handicap, sino un privilegio. Si hubiera asistido a la universidad este tratado jamás hubiera salido a la luz. Habría sido víctima de la manipulación que ejercen los catedráticos. Como alumno hubiera creído y asumido todas las falsedades impartidas con la única finalidad de conseguir pasar de curso. En otras palabras, la universidad moderna se comporta como una secta donde no se permite discrepar o dudar de las asignaturas impartidas.
F: Dicho así parece que existe una confabulación para ocultar otras verdades.
ARP: Puede parecer extraño, pero referente a mi tratado se está ocultando otra verdad más lógica y racional que explica y desarrolla otra visión distinta del Universo. Por otro lado comprendo que los titulados universitarios se crean en posesión de una mayor credibilidad que el no universitario. Sin embargo disponer de una titulación superior no significa, en absoluto, que el titulado sea poseedor de una capacidad intelectual superior a otros muchos que no pudieron acceder a la universidad. La universidad solo transmite las teorías y postulados que se han acumulado a lo largo de la historia. No se confrontan, en ningún caso, las teorías académicas con otras emergentes. Y menos aún si las teorías emergentes ponen en peligro el conocimiento acumulado durante siglos.
F: Pero la ayuda de un experto siempre será recomendable a la formación autodidacta.
ARP: Sí y no. La ayuda del experto es incuestionable cuando se trata de conocer y ahondar en las ciencias empíricas y experimentables en un laboratorio. En este caso no hay nada que criticar. Sin embargo de lo que estamos hablando no es de las ciencias tangibles o sensoriales, de lo que estoy hablando es de las ciencias que se originan en la mente de los investigadores: las denominadas ciencias teóricas que no son otra cosa que elucubraciones basadas en ideas o supuestos pretéritos. En estos casos el asesoramiento y la influencia de un profesor que ha sido, a su vez, formado en falsas verdades, no hace sino frenar y dirigir la voluntad y la creatividad de los alumnos. Se produce así una concatenación prolongada en el espacio y en el tiempo transmitiendo falacias y falsedades tendentes a mantener imperturbable el engaño histórico.
F: Las teorías sobre el Universo han sido contrastadas por un ingente número de investigadores. ¿No resulta de locos negar el trabajo de tantos profesionales durante siglos?
ARP: Bueno, según usted Copérnico fue un loco al negar el trabajo de los astrónomos que le precedieron durante 13 siglos. Sin embargo no es así como es calificado el astrónomo de origen polaco. Todo lo contrario. Soy consciente de que los innovadores que presentan una idea revolucionaria son rechazados, atacados y despreciados por sus contemporáneos. La inercia social no acepta, en principio, las novedades que atentan contra el esquema social y cultural subyacente.
F: ¿Cuándo se inició su interés personal por la Astronomía?
ARP: Debo confesar que en mi etapa de estudiante nunca me sentí atraído por la ciencia. Lo consideraba como un área del conocimiento acotado a los investigadores. Sin embargo un suceso extraordinario acontecido en mi vida hace 22 años me puso en el camino de la Astronomía.
F: ¿Qué suceso fue ese?
ARP: Lo siento, no puedo decirlo. Es algo demasiado íntimo y personal.
F: Su formación en Astronomía ha sido autodidacta. Si es así, ¿no es posible que se haya equivocado en sus apreciaciones y conclusiones?
ARP: No niego que la formación autodidacta puede albergar ciertas lagunas en el conocimiento. Depende de quién sea el autodidacta y su nivel de exigencia consigo mismo. En mi caso el sentido de la imparcialidad y de la coherencia siempre ha prevalecido sobre cualquier tentación a la manipulación o tergiversación de los datos y los hechos. No ocurre lo mismo con muchos que se autocalifican de investigadores. El descrédito hacia los autodidactas es una estrategia del sistema. No se ve con buenos ojos a los que piensan y razonan de forma libre e independiente. Como curiosidad me gustaría conocer cuanta bibliografía especializada lee un estudiante universitario durante los años de su formación. En mi caso, desde que me interesé por el fascinante mundo de la astronomía, llegué a reunir, leer y estudiar (no ojear) medio centenar de títulos relacionados con esta especialidad. ¿Pueden decir lo mismo los titulados universitarios?
F: Veo que se preparó a conciencia.
ARP: Como he dicho soy un autodidacta disciplinado y consecuente. No soy un iluso. Sé de lo que hablo y conozco el valor de mis pruebas y afirmaciones.
F: Supongo que socialmente su teoría increíble y revolucionaria le habrá pasado factura.
ARP: No se lo imagina. Es una carga que no se la deseo a nadie. Cada insulto, cada desprecio, cada incomprensión, cada desdén, cada sonrisa irónica, etc, representa una herida. De ahí el tono ácido de mis críticas hacia los catedráticos y los investigadores. Su silencio y su desidia para confrontar los datos del tratado con las teorías vigentes, les señala como los primeros culpables del daño que se me está ocasionando.
F: ¿Es usted creyente?
ARP: Soy creyente cristiano y crítico con la Iglesia Católica a la que pertenezco. Las iglesias cristianas han confundido y manipulado los textos sagrados. Los tentáculos de la falsa cultura científica se han introducido y asentado en lo más alto de las Iglesias Cristianas. Siento vergüenza ajena al leer verdaderas aberraciones de los líderes religiosos.
F: ¿No es una osadía mantener una posición crítica sobre dos pilares fundamentales de la sociedad?
ARP: No se si es una osadía, lo que si sé es que la verdad no puede ser objeto de compra. Por el bien de la humanidad la falsedad y el error deben ser puestas al descubierto.
F: ¿No será que ha buscado desarrollar una teoría que se adapte a la religión?
ARP: En absoluto. Como he dicho me considero un investigador autodidacta disciplinado y coherente. No huyo de aquellos datos con fuerte carga racional que se resisten a formar parte de la nueva teoría. Por eso el desarrollo de la nueva teoría geocéntrica se ha elaborado sin tomar como base o referencia los textos religiosos. Otra cosa es que el geocentrismo se asocie, posiblemente con razón, con la religión judeo-cristiana. Ahora bien, ¿una teoría científica bien fundamentada y argumentada debe ser rechazada por el hecho de que guarde relación con lo que dicen los textos sagrados? Si eso sucediera ya no estaríamos hablando de conocimiento científico, sino de conocimiento científico dirigido y manipulado. Y para desgracia de la humanidad eso es lo que sucede.
F: ¿Qué diferencias fundamentales existen entre su teoría geocéntrica y la de Ptolomeo?
ARP: Muchas y muy variadas. La nueva teoría geocéntrica solo tiene en común con la de Ptolomeo en la denominación y en que la tierra ocupa el centro del sistema o del Universo. En el resto de los múltiples aspectos es una imagen simétrica del actual sistema heliocéntrico. Y esta simetría es la que ha confundido a los astrónomos. Han tomado por cierta la figura reflejada en el espejo, en vez de la figura real. Por eso, pretender rechazar la nueva teoría geocéntrica porque ya hubo otra en la Historia que fue rebatida, me parece propio de incapacidades intelectuales. La Ciencia, o mejor dicho el Conocimiento, no avanza en línea recta. En ocasiones debe retroceder para corregir la dirección equivocada y retomar el camino adecuado. Y esto es precisamente lo que debería ocurrir si los investigadores no se pasaran el día con un antifaz ciego ante los ojos. Despreciar una nueva teoría consecuente con las respuestas a todas las cuestiones históricas planteadas en el seno de la Ciencia, es una actitud de ceguera y de soberbia. Puedo entender que después de los siglos transcurridos alabando por activa y por pasiva la genialidad de personajes célebres en el campo de la astronomía, la cosmología y la astrofísica, resulte extremadamente complicado y difícil de aceptar los propios errores. Pero las pruebas están ahí para quien quiera verlas.
F: La verdad es que resulta increíble aceptar que la Tierra sea el centro de un universo tan basto y extenso.
ARP: La imagen del Universo que se está trasladando a la sociedad supone un importante lastre cultural para considerar que la Tierra este pequeño planeta- pueda ser el centro del Universo. Sin embargo al descubrir que las estrellas nocturnas no son astros solares, sino planetas de naturaleza gaseosa o planetoides helados y que las galaxias no son cúmulos de astros solares, sino planetas gaseosos envueltos por una densa capa de pequeños asteroides y partículas de hielo (ver las imágenes tomadas con varios telescopios de las estrellas Mira y Altair), entonces la nueva realidad que se nos presenta se vuelve más humana, comprensible y aceptable. Y si además queda demostrado que la Tierra es el astro con mayor masa de los astros conocidos (conforme a los datos que dispongo, la masa del Sol es de unas 6 veces inferior a la de la Tierra) entonces pensar que la Tierra es el centro del Universo se aprecia como algo posible. Insisto en que en este tema fundamental para la humanidad hay que deshacerse de los prejuicios que no hacen otra cosa que frenar el avance en el trazado del conocimiento.
F: Además de la respuesta contundente a la paradoja de Olbers, ¿qué otras pruebas de peso aporta su teoría geocéntrica?
ARP: Las respuestas que ofrece la nueva teoría geocéntrica a las cuestiones históricas en el campo de la astronomía y de astrofísica, prueban la falsabilidad de las teorías históricas y modernas. En el siglo XVII tomaron por cierto lo que era falso y sobre ese frágil cimiento se ha levantado el gigantesco edificio de la Astronomía y la Cosmología. Gigantesco sí, pero hueco y lleno de herrumbre. El contenido del tratado recoge numerosas pruebas de peso. Le remito al origen de las fases de Venus, la causa real de los movimientos retrógrados de los planetas, en especial el de Marte, la causa real del pastoreo de Mercurio antes y después de los tránsitos por delante del Sol, los datos referentes a la precesión de los equinoccios, la causa mecánica del efecto Doppler en la fuga de las galaxias, la causa mecánica de los tiempos luz, etc., etc. Pero siendo estas y otras pruebas de suma importancia, la prueba racional más importante es la que preserva la lógica y el sentido común: no existe prueba física alguna del movimiento caótico de la Tierra por el espacio arrastrada por el Sol en movimiento. Si Copérnico y Kepler idearon un sistema considerando al Sol como un astro estático, sin movimiento alguno, la expansión del Universo rompe con el estado estático y el Sol se ve obligado a moverse alrededor de la Vía Láctea arrastrando consigo a la Tierra y al resto de los planetas. Esta realidad teórica asumida por la Ciencia debería modificar sustancialmente el modelo orbital clásico de Kepler, sin embargo los astrónomos persisten en mantener intacto el modelo clásico. ¿Por qué no adaptan las órbitas plantarías a la nueva realidad que pregonan? La respuesta es simple: no pueden hacerlo porque ello supondría tener que responder a preguntas sobre cuestiones que resultan increíbles, absurdas y espinosas. Por ejemplo: ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que la Tierra se está movimiento a una velocidad cercana a la de la luz? Y suponiendo que sea así, ¿cómo es que en la Luna no se ha detectado ninguna particularidad orbital debido a su movimiento alrededor de una Tierra arrastrada por el Sol? Absurdo.
F: Una última pregunta. ¿No es usted un poco soberbio al creerse autosuficiente para resolver todos los enigmas y respuestas en el campo de la astronomía y de la astrofísica?
ARP: Al contrario. Desde mis inicios he invitado a participar en esta apasionante aventura del conocimiento a cuantas instituciones y particulares quisieran colaborar. Nadie se ha ofrecido. Por tanto no soy yo el soberbio, sino aquellos que se niegan a admitir su equivocación. Admito que el tratado puede contener errores leves tanto en su composición literaria como en algunos tratamientos matemáticos. No obstante me mantengo firme en las conclusiones o aspectos fundamentales de la nueva teoría geocéntrica.
F: Gracias por haber accedido a esta entrevista informal.
ARP: Gracias a usted por haberme ofrecido la oportunidad de expresarme.
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