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El Lobo Rayado
Blog del astrofísico Ángel R. López-Sánchez sobre Astronomía, Astrofísica y Ciencia en general. |
La ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna y sin estrellas. Confucio
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A ras de cieloCada vez hay más libros de divulgación astronómica, y muy buenos, de diversos autores, astrónomos aficionados, astrofísicos profesionales, periodistas o poetas. Alguno de ellos destaca por su originalidad o su forma sencilla de explicar el Universo. Otros cautivan por las imágenes. Sin embargo, todos cuentas cosas sobre objetos más o menos lejanos, muchos incluyendo las últimas observaciones profundas con los telescopios e instrumentación más sofisticada disponible. Incluso muchas cosas simplemente las creemos porque lo dice el libro pero no somos capaces de reproducir en casa el experimento.En este sentido, el libro que hoy os voy a comentar es distinto. Se titula A ras de cielo y su autor es un astrofísico cordobés, astrónomo aficionado, colega y amigo, David Galadí-Enríquez. Actualmente trabaja en el Observatorio de Calar Alto (Almería, España) como astrónomo y responsable de divulgación. Y no es, ni mucho menos, el primer libro que escribe. De hecho, la edición de la que hablo (editorial Almuzara, marzo 2008) es una revisión y ampliación de la primera versión de la obra publicada en 1998, que a su vez vio la luz a raíz de la recopilación de artículos publicados en la década de los noventa en la revista Tribuna de Astronomía (la actual AstronomíA). Hace un par de años Víctor Ruíz hizo una reseña sobre esa primera versión del libro. ![]() Portada del libro A ras de cielo, del astrofísico David Galadí-Enríquez (Observatorio Hispano-Alemán de Calar Alto, Almería, España) y publicado por la editorial Almuzara en marzo de 2008. ¿Por qué es distinto? Porque invita al lector a comprobar por sí mismo cómo se mueve el cielo. De hecho, el subtítulo de la obra es Guía de observación astronómica para conocer el firmamento. Y creo que no puede estar más acertado. Con un lenguaje claro, sencillo y preciso a la vez, David Galadí nos pasea por las estrellas y los planetas, haciéndonos preguntas sobre ¿por qué el cielo es azul de día? ¿por qué es negro de noche? ¿Qué consecuencias se saca de que sea negro? ¿Cómo se observan los satélites artificiales? ¿Qué son las estrellas fugaces? ¿Por qué titilan las estrellas? ¿Cómo cambian las fases de la Luna? ¿A qué se deben las mareas? ¿Por qué la Luna o el Sol parecen más grandes sobre el horizonte? ¿Por qué la Luna muestra la misma cara? ¿Cómo saber la hora mediante las estrellas? ¿De qué color se pueden ver las estrellas? ¿Cuál es el problema de la contaminación lumínica? Puedes revisar una y otra vez las preguntas anteriores. ¿Cuántas necesitan de un telescopio o incluso de unos prismáticos para responderlas o al menos comprobar que lo que se dice ocurre en realidad? Ninguna. Ni una sola de ellas. Todas se responden con la observación directa a simple vista, y posterior reflexión sobre el Universo y las leyes de la Física que conocemos. Me ha encantado. Recuerdo que hace años hojeé y leí pasajes de la edición antigua, pero aún no había tenido la posibilidad de leerlo entero. Lo hice casi del tirón, en el vuelo de regreso de Atenas a Sydney (vía Frankfurt y Singapur), y disfruté mucho con él. Ciertamente, os lo aconsejo muy encarecidamente. Además, los capítulos son cortos e independientes: como el autor bien explica en la introducción se pueden leer en otro orden. Ya he apuntado que el lenguaje es ameno y sencillo, pero aparece de vez en cuando la sección si no te asustan las fórmulas donde se profundiza más, con ecuaciones, en la Física explicada en el capítulo. Personalmente, de lo que más me ha gustado (e insisto que ha sido mucho) ha sido la parte en la que se explica cómo usar las estrellas para saber la hora de la noche. El capítulo tiene el original nombre de Sancho y la Bocina y me trajo recuerdos nostálgicos de cuando yo de pequeño comenzaba a conocer el cielo e intentar precisamente eso, saber la hora con las estrellas. Me hizo muchísima ilusión ver que el método que entonces me inventé, usando las estrellas de la constelación de Casiopea (yo lo llamaba Reloj Casiopea, tendría 12 años o así) es esencialmente el que se explica aquí. Incluso dando un par de formulitas sencillas para ser más preciso en el cálculo... y de dónde salen ciertos números constantes dependiendo de cada estrella. Es más, incluso incorpora un análogo para el cielo del Hemisferio Sur, que ya estoy poniendo en práctica. Por otro lado, me sorprendió mucho, dentro del capítulo Estrellas Verdes, cuando comenta sobre los colores verdosos que a veces se observan en las nebulosas con telescopios grandes, que se trata de una ilusión provocada por los conos (las células de los ojos responsables del color) actuando en su umbral de respuesta. Digo que me chocó porque hace sólo unos meses os dejé por aquí la historia La Nebulosa de Orión es verde, donde os contaba que, usando un telescopio de medio metro y con M 42 casi en el cenit, observábamos claramente colores verdes intensos en la nebulosa. Pero nunca tonalidades rojizas, como habría de esperar por las imágenes a las que estamos acostumbrados de la nebulosa de Orión. En dicha historia, atribuía la tonalidad verdosa observada a la intensidad de las líneas de [O III] (oxígeno tres), localizadas justo en la zona verde (intermedia) de nuestro rango de colores, en M 42 (en constraste, M 43 se veía mucho más apagado y no verde). Así que aquí tenemos debate. Sinceramente, creo que David tiene razón, y muchas veces (recuerdo claramente) observamos las nebulosas o incluso galaxias con esa débil tonalidad verdosa. Pero creo que no es el caso de la Gran Nebulosa de Orión: era un verde distinto, tan intenso que fue precisamente lo que me incitó a escribir sobre ello. ¿Qué hacer para comprobarlo? Porque el instrumento receptor es ahora algo tan subjetivo como nuestros ojos. Por mi parte, dentro de un par de semanas volveré a Narrabri y usaré el mismo telescopio para recorrer la Vía Láctea, y de paso observar nebulosas míticas como La Laguna o la Trífida. No son tan brillantes como Orión pero espero sí lo suficiente como para percibir tonalidades con tal dicho telescopio. Sobre todo en la Nebulosa Trífida (M20) por el contraste entre distintas zonas. Como veis, este imprescindible libro para todos los astrónomos aficionados que se precien como tales (o astrofísicos profesionales que pocas veces han mirado al cielo) nos sigue retando y formulando nuevas preguntas y nuevas dudas sobre el Universo, incluso a astrofísicos profesionales. ¡Enhorabuena David por ello! Addendum 17 de julio: Se me olvidó decir que Paco Bellido ya había escrito una reseña en su blog sobre el libro, al igual que lo hizo Antonio Molina en esta historia de su blog.
| Publicado 2008-07-16 ,
14:27 | ¡ Comenta esta historia ! | 7 Comentarios | Enlace | In
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